Diario de un puerco purpúreo
La cabaña de un cerdico morao'.

domingo, 11 de enero de 2009

La encontré mirando por la ventana. Hacía un buen día, y en sus ojos castaños se reflejaba la luz del sol que brillaba clara por primera vez desde hacía casi una semana. Supuse que ella sabía que estaba allí, porque comenzó a hablar. - Antes pensaba que todo lo que una persona decía salía de su interior, que lo sentía de verdad, aunque solo fuera un poco. Que incluso la mentira más absoluta tenía una mínima parte de verdad, en el fondo. – hizo una pequeña pausa, pero seguía mirando al claro día del otro lado del cristal -Una vez me dijeron que mi impresión de cómo era o debía ser el mundo causaría un gran desastre si algún día fuera realidad. Es decir, que era una visión demasiado bonita para ser verdad. Ahora veo que es verdad. Y también mi teoría sobre las palabras que dicen las personas, en realidad, ahora creo que nada de lo que dice alguien es verdad al cien por cien. -Se giró hacia mí, y me miró con una sonrisa amarga en los labios y dos lágrimas cayéndole mejillas abajo. –Creo que han destruido mi fe en la sinceridad humana. Por fin entiendo esa frase tan explotada: “Las palabras se las lleva el viento”. Volvió a girarse hacia la ventana, secándose las lágrimas. No quería llorar, quería ser fuerte por primera vez en tanto tiempo. Al menos, eso fue lo que a mi me pareció. Siguió hablando. - La inocencia demostrada me identifica como ingenua. –Estuvimos en silencio unos segundos, y continuó - ¿De qué sirven las palabras si no se demuestra que son verdad? Pueden sacarte de un apuro, puedes quedar bien, pero si después de esto no eres capaz de hacer ver que lo que dijiste no era la más burda mentira, no lo digas. Esta última frase sonó con más fuerza que todas las demás, quería demostrar la rabia que contenía, y la puso toda en las últimas palabras. Al no escuchar nada más, tal como había venido me fui. Había concluido su momento de “desahogo”, posiblemente sin ningún resultado, puesto que decir las cosas no iba a solucionar los hechos. Ni siquiera sé por qué me lo había contado a mi, ya que al parecer no quiere que nadie le importe ahora. Y yo importo menos que nadie, solo soy un pasajero de su enrevesada imaginación.

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Posted by PurplePig at 9:22 | 3 comments