-¿Cómo lo sabes?
-Si pudieras ya lo harías.
Era algo estúpido, lo que se llama comúnmente una "conversación de besugos". Una negaba y la otra preguntaba por la negación. Así les pasaron las horas, los días, las semanas.
La primera no supo ponerle solución a su problema, y la segunda no llegó a entender cual era éste.
Más tarde se dieron cuenta de que eran las dos partes de una misma persona. Y esta persona llevaba todo este tiempo desconectada del mundo, intentando ordenar lo que ambas voces le decían, sin llegar a conclusión alguna.
Se volvió loca.
Loca por la impotencia.
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